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miércoles, 19 de septiembre de 2012

(Tomate un momento y lee esto) Las abejas del mundo condenadas a muerte por las semillas transgénicas. Diaspora denuncia este exterminio


Es un problema internacional no suficientemente debatido. Monsanto y los que ejercen el monopolio de la fabricación y venta de las semillas está transformando el medioambiente y terminando con las abejas
Un famoso periódico digital muy difundido en Europa y Estados Unidos ha hecho referencia varias veces a la desaparición de las abejas con el título “La desaparición de abejas ya es un problema global”. Ese periódico de Nueva York, desvela el problema de las semillas transgénicas, una de las causas de la alarmante desaparición masiva de abejas en el mundo. A este fenómeno preocupante se le han atribuido las causas más variadas, parte de ellas ciertas, pero no se ha quitado el antifaz al culpable número 1: la disminución de la producción de semillas naturales y su sustitución por las transgénicas que matan a las abejas en la polinización de las flores.
Las semillas transgénicas han sustituido ya a las orgánicas en un 90%. Y eso porque las naturales apenas se venden en los mercados mundiales, por la presión de las mafias transgénicas. El hecho aparentemente no importante (nada que ver con la actual crisis), lo reveló con pelos y señales la web Globalresearch.ca bajo un titular aparentemente sensacionalista que llamaba a ecologistas, ambientalistas, entomólogos y personas interesadas para que montasen la guardia.
“Monsanto está poniendo fuera del alcance de los agricultores las semillas normales es decir las naturales”. Lo que significa en otras palabras que la naturaleza se ha alineado con las multinacionales, en este caso con la siniestra Monsanto, que entra a saco con la venia de los gobiernos y muchos órganos de difusión.
Son bien conocidas las estrategias mentirosas a las que recurren las multinacionales como Monsanto con tal de ver cumplidos sus objetivos, pasando por encima de quién sea y como sea, incluidos gobiernos o países no sólo emergentes o pobres, sino también industrializados interesados todos en estar a bien con esas empresas billonarias e influyentes incluso políticamente.
Esa multinacional no dudará en meterse para imponerse “comercialmente” y penetrar en propiedades agrícolas ajenas para contaminar los campos y después denunciar al agricultor por alguna causa prefabricada. Tampoco tienen esas multinacionales ningún tipo de reparo en vender productos químicos (pesticidas, herbicidas) altamente tóxicos para la salud animal o humana garantizando que son completamente seguros y que no tienen ningún tipo de riesgo. Se podrían seguir citando ejemplos de ayer y de hoy, pero la lista es muy larga, y basta con ver el documental “Transgénicos: El mundo según Monsanto”.
La corporación Monsanto de San Luis, Missouri, se ha convertido en el primer productor de semillas genéricas de alimentos básicos (maíz, semilla de soja, y patata). Esta dominando la industria del cultivo y el mercado de los Estados Unidos con semillas genéticamente modificadas que han sido patentadas, haciendo ilegal su almacenamiento para que los cultivadores no puedan guardar semillas para la cosechas del año siguiente. Para usar estas semillas genéricas modificadas los agricultores tendrán que comprar las semillas a la compañía Monsanto cada año.
El sembrador que planta estas semillas modificadas genéticamente y no mantiene una reserva de las semillas naturales será dependiente de alguna de estas corporaciones mundiales. Las cosechas de estas semillas transgénicas se dice que pueden ser la causa de infertilidad, cáncer y muchos problemas de salud. También están causando una amenaza al medio ambiente, contaminando las tierras fértiles del mundo con materiales genéticos que no son naturales sino más bien tóxicos y pueden tener consecuencias desconocidas a largo plazo.
Uno de las principales causantes de la muerte de millones de abejas es el Síndrome de DDC (Deficiencia Cognocitiva de Camino), que las abejas adquieren al succionar el polen de flores producidas por plantas transgénicas. Así pierden el sentido direccional y de orientación, y al ser incapaces de regresar a sus colmenas terminan por morir en el camino.
Un estudio realizado por Dirk Babendreier desde la SADA (Sociedad Argentina de Apicultores) sobre los efectos del polen de un maíz transgénico con capacidad de segregar una toxina insecticida Bt, sobre el desarrollo de la glándula hipofaríngea de las obreras adultas demostró que esta glándula disminuyó significativa y alarmantemente en las abejas obreras.
En Alemania se llevó a cabo una investigación a fondo que determinó una clara relación entre la muerte de las abejas y la proteína Bt de los cultivos transgénicos Bt. Al parecer, tras el ataque de determinados parásitos, el intestino de las abejas es mucho más sensible a Bt, generándose daños significativos y a veces letales de inmediato.
En unos estudios que se realizaron a las abejas que recolectaron polen transgénico se encontraron enfermedades en el tracto digestivo, el rasgo más alarmante es que el intestino grueso y el aguijón decoloraron al negro frente al color opaco normal, esto sería el sinónimo de un cáncer de colon en los seres humanos, aunque no sabemos si la ciencia médica ha estudiado el problema. Esta decoloración sugiere que las abejas habían muerto en la succión.
Cuando se le preguntó al apicultor confirmó que las abejas estaban vivas en el momento de la recolección. Además, el sistema traqueal de estas abejas no mostró signos de desecación por lo general asociados con la colección de abejas muertas.
Curiosamente la desaparición de las abejas fue percibida primero en Estados Unidos, primer país que empezó a cultivar plantas transgénicas.
La agricultura ecológica está relativamente intacta en cuanto a la crisis de abejas se refiere. La agricultura orgánica mantiene la diversidad de los ecosistemas y preserva la calidad de los alimentos producidos.
Es evidente que una de las principales razones de la disminución de las abejas es por el consumo de proteínas de los OMG (Organismo Modificado Genéticamente).
Cabe destacar la importancia y la enorme dependencia que tiene la especie humana con respecto a la biodiversidad y los ecosistemas, que se verían gravemente alterados por la ausencia de las abejas.
Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida.
Albert Einstein
Hay una compañía que se encarga de rociar los campos con un tipo de feromona que las atrae pero cuando se paran allí para hacer su nido van cayendo muertas porque esa feromona contiene un veneno muy activo que las mata.
Después de una larga lucha, las mayores multinacionales orgánicas de Estados Unidos han abandonado a los pequeños agricultores y cedido ante las presiones de Monsanto y la industria de los alimentos genéticamente modificados
La batalla de 12 años por tratar de evitar que los cultivos con ingeniería genética de Monsanto contaminaran 25.000 haciendas y granjas orgánicas, todos estos agricultores a lo largo y ancho de Estados Unidos han sido boicoteados sistemáticamente por las grandes compañías productoras de alimentos orgánicos que han tenido que ceder a los intereses y presiones de Monsanto o Bayer. Ejecutivos de Whole Foods Market, Organic Valley y Stoneyfield Farm han admitido públicamente que ya no se oponen a la comercialización masiva de cultivos genéticamente modificados, como la controversial alfalfa Roundup Ready de Monsanto. Y señalaron que están listos para hacer un trato que les permita coexistir con Monsanto. Sin abejas no hay polinización, sin polinización no hay frutas ni aceite de oliva. La cosa sigue inexorable este camino. Einstein tenía razón.
El mercado de la miel que afecta a España también depende de las multinacionales y está lejos de resolverse
También Bayer -que se hace llamar BayerCropScience- se defiende negando que tal cosa no está del todo demostrada, mientras sigue ganando tiempo y dinero a paladas con la venta del veneno hortelano a todos los países. En Alemania gracias al periódico Die Welt se han empezado a tomar medidas ante las denuncias de los agricultores, como declaró en primera página hace un año un apicultor de Baden-Württemberg que vio cómo aparecieron miles de abejas muertas cerca de sus colmenas. Según él, esto se debe a los efectos del poderoso insecticida que flota en el aire de esa región alemana.
En Europa, la Autoridad de Seguridad Alimentaria -ASA- estudia una nueva normativa para evaluar el riesgo de los pesticidas para las abejas. En Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha convocado a un grupo de expertos para abordar la misma cuestión antes de 2013. Esta agencia tendrá que vérselas con la Administración de Alimentos y Drogas -la poderosa-FDA- íntima de Monsanto
En 24 estados norteamericanos, el “síndrome de la “desabejización” ha producido la muerte misteriosa de las abejas y hasta un 65% de la desaparición de las colmenas. Y en China las cifras son alarmantes, aunque no se han publicado.
En España en 2009 han desaparecido 9.000 millones de ejemplares y la miel ha bajado de calidad y se vende menos en los mercados extranjeros
Si se mueren las abejas se acaba la comida. Circulan muchos artículos sobre la creciente desaparición de abejas y es difícil distinguir las verdades científicamente probadas y las deformaciones. Pero un trabajo que no atrae un interés general, aparte del científico, denuncia que la principal de las diversas causas que se debaten es el uso masivo de otro pesticida extendido por todo el mundo, que fabrica la poderosa Bayer, un neonicotinoide.
Sólo unos pocos países, entre ellos Polonia, han prohibido este veneno agroalimentario en Europa, pero entre ellos no se encuentra España. Y se da la circunstancia de que España es una potencia productora de miel, con una media de 30.000 toneladas al año, de la que casi la mitad se exporta.
Desgraciadamente, se da otra circunstancia, la de ser la principal productora de maíz transgénico de Europa y base comodísima de otra multinacional del veneno: Monsanto. Dos circunstancias que enfocan a las abejas.
La repetida Monsanto, acusada de ser la principal responsable de la desaparición masiva de abejas, ha comprado una importante empresa de investigación sobre los achaques de las productoras de miel. Negocio redondo porque Monsanto no sabe cómo responder a las acusaciones crecientes de devastación medioambiental y ataques a la salud, y por eso lo que hace es comprarse una empresa científica para que la defienda ante el mundo. Y así convencen de que la muerte de abejas no tiene nada que ver con sus manipulaciones genéticas de semillas resistentes a los pesticidas. Las multinacionales es lo que tienen.
Pero la realidad es terca. Investigaciones independientes hechas en Gran Bretaña y en Francia y difundidas en la revista Science han hallado la clave del misterio y es que ese pesticida neonicotinoide de Bayer –imidacloprid- es la otra causa importante de la desorientación y consecuente muerte de las abejas y que produzcan menos obreras, menos reinas y menos miel. Cuando pasa esto, las colmenas degeneran y mueren.
Pero en España, por desgracia, hay mayoristas que, venden miel y maíz transgénico al mismo tiempo. Un contrasentido y mala cosa, porque las abejas no distinguen si una planta está modificada genéticamente o no y se lanzan a libar tranquilamente. La miel española es de buena calidad, pero ahora desde hace pocos años se ve cuestionada en Europa, entre otras cosas porque se importa miel de menor calidad de países poco fiables. El periódico alemán Tageszeitung comentó recientemente que un alto porcentaje de la miel que llegaba a los mercados alemanes desde España contenía una sustancia cancerígena -pirrolizidina- un compuesto orgánico que se encuentra en muchas plantas de las familias de las leguminosas en general.
El año pasado, la superficie de maíz MON810 – o sea Monsanto- aumentó un 27%, lo que supone 97.300 hectáreas, es decir, una cuarta parte del maíz que se cultiva en toda España, según Greenpeace. Al parecer, y según la misma fuente, Cataluña tiene más del 40% de los campos experimentales de Organismos Genéticamente Modificados -OGM- que esperan autorización. De hecho, se duda que las autoridades de Madrid -¿competentes?- haya cumplido el compromiso de cartografiar detalladamente los campos de cultivos transgénicos en España.
Ante este panorama, los agricultores y ganaderos de la COAG “consideran un deber urgente transmitir a la sociedad la labor medioambiental que desempeña la cabaña apícola en el mantenimiento de la biodiversidad y su aportación a la producción final agraria mediante la polinización”. Los apicultores reclaman más controles en las fronteras y en los puntos de venta para verificar la calidad de la miel.
La miel es un sustituto perfecto del azúcar, considerado un veneno por muchos investigadores para consumidores delicados de salud. Y no vale ponerlo al baño María cuando se cristaliza, porque entre otras razones, el calor acaba con muchas de sus virtudes.
Hay varios estudios que revelan la implicación de los transgénicos en la salud humana. Al entrar estos en contacto con la flora intestinal nuestras bacterias hasta ahora en equilibrio van mutando teniendo como resultado la pérdida de inmunidad de estos antibióticos tales como la penicilina pierden sus poderes inmunitarios.
Pero todas las multinacionales tienen el brazo largo
El herbicida tóxico Roundup, produce hierbas resistentes al mismo Roundup que requieren herbicidas aún más letales como el 2, 4 D (íntimamente ligado a los causantes de cáncer). Así Monsanto produce el veneno y el antídoto.
“La política dispuesta para la alfalfa genéticamente modificada probablemente guiará las políticas de otros cultivos transgénicos.
A cambio de este envenenamiento de la agricultura, Whole Foods Market pide compensación como una especie de dinero silenciador.
La “regulación” como llama la élite orgánica no requiere actualmente que el gobierno realice pruebas de seguridad previas a la venta o al empaquetamiento de los productos. Y en todo caso, con la influencia y los frutos del cabildeo de Monsanto en Washington, esta regulación es ridícula.
Según el sitio CommonDreams, los altos cargos de estas empresas orgánicas son amigos personales del que fue gobernador de Iowa, Tom Vilsack, luego secretario de Agricultura con el presidente George W.Bush y contribuyeron con fondos sustanciales a la campaña electoral de Vilsack, elegido en el 2001 gobernador del año por la Biotechnology Industry Organization. Vilsack se ha movido por el país y fuera de él en un jet privado de Monsanto.

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