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miércoles, 5 de diciembre de 2012

La desagradable experiencia del maco



A mis hijas con ternura,
Una vez, ante la urgente necesidad que tenía el alacrán de cruzar el río, le pidió –más bien le rogó- al maco, que por favor lo llevara sobre sus espaldas.
 
El maco conociendo la naturaleza del alacrán le dijo, que si por alguna razón le mordía en medio del río, el mismo alacrán correría la misma suerte y se ahogaría.
 
El alacrán repuso que no ¡Jesús Santísimo! Prometió portarse bien, puso cara de santico acurrucado y aunque usted no lo crea como la frase de Rippley, fue la primera vez que un alacrán lloró. El maco conmovido le creyó, y se aprestó a cruzar el río con el alacrán sobre sus espaldas…todo marchaba bien.
 
Fue a tan solo a algunos metros antes de alcanzar la orilla, cuando la naturaleza del alacrán pudo más que las promesas dadas…y mordió al maco.
 
El veneno hizo su parte con rapidez espantosa y el maco se hundió abatido por el veneno. El alacrán si bien es cierto que la corriente lo arrastró un poco y aunque movía al unísono y desesperadamente todas sus patas también murió.
 
Así, hay seres humanos taimados, astutos, sin miramientos, sagaces, parlanchines, actores, malditos, capaces de sacarse un ojo con tal que su adversario quede ciego.
 
Los hay por todo lado, y pueden estar a su lado. Lo malo de esto es, que cuando aprendemos a conocerlos, cuando nos damos cuenta de su verdadera naturaleza, es mucho el daño que han ocasionado.
 
Después, dan asco y por mucho perfume que puedan usar, siempre sobrepasa el olor pestilente de sus mismas acciones.
 
Son incorregibles. Esa es su propia naturaleza. Maquinar, planear el mal a los demás, no importa que sean sus mismos hermanos, o sus padres, maestros, alumnos, condiscípulos o compañeros de trabajo.
 
Siempre esgrimen la ponzoña de la maldad de su propio veneno, desconociendo tal vez, que ese mismo veneno corroe, daña y enferma sus propias vidas.
 
Es difícil respirar aire sano en presencia de esas personas si se les puede llamar personas. Lo contaminan todo. Dan náuseas.
 
Con razón enseñaba el viejo Gurú a sus chelas en el Ashram” Quédate en la orilla y observa cómo quien intenta cruzar el río lleno de veneno, su propio peso lo arrastrará a las profundidades”
 
Felizmente, hay referentes contra esas fieras. Contra esos insectos pestilentes, repugnantes y babosos.
 
Una actitud sana, positiva y sincera como modelo de vida y una lupa con buen grado de aumento en su cristal, nos permitirá ver y conocer las falsas sonrisas, los fingidos apretones de manos, las hipócritas alabanzas y los abrazos teatrales, para evitar a tiempo, la desagradable experiencia del maco.
F:http://www.puertoplatadigital.com

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